Skip to main content

El sueño de los bebés es social, compartido e interdependiente

Por Carmela K. Baeza, médica de familia, IBCLC, docente  y directora de la formación en Lactancia y Salud Mental del IESMP

El sueño en la etapa de crianza es uno de los quebraderos de cabeza más grandes, tanto para las familias como para los profesionales que las acompañan. A pesar de que es uno de los aspectos más esenciales del desarrollo infantil, y una de las preocupaciones más angustiosas para madres y padres, sigue siendo un tema escandalosamente poco investigado y poco enseñado, como señala la pediatra Guddhi Singh en su reciente artículo.

Desde luego los médicos tenemos escasa formación en sueño infantil y nos quedamos con la tarea de combinar consejos basados ​​en teorías conductuales obsoletas, instinto personal y una búsqueda un poco desesperada en Google.

Sin embargo, hay ya desde hace años una base científica que nos reclama a mirar más allá del ombligo de la medicina europeo-estadounidense y sus normas rígidas y nos vuelve la vista hacia dos fuentes esenciales: la biología y los demás seres humanos de este planeta que tienen culturas de crianza diferentes a la nuestra.

Hace ya mucho que el antropólogo James McKenna con sus estudios sobre la sincronía del sueño entre madre e hijo desafía los modelos dominantes que equiparan el sueño en solitario con el éxito. Otras investigadoras como Melissa Bartick, Cecilia Tomori o Helen Ball nos aportan más y más ciencia… esta última en su recién publicado libro How Babies Sleep: A Factful Guide to the First 365 Days and Nights, un imprescindible. “Los bebés”, nos recuerda Ball, “son exterogestados: neurológicamente incompletos al nacer, sus cerebros aún experimentan un rápido desarrollo que se nutre mejor con proximidad, alimentación frecuente y contacto humano”. Esperar que duerman solos no tiene sentido biológico; al contrario, evita que las criaturas tengan cubierta su necesidad de seguridad básica.

En términos de lactancia, nos recuerda Singh, la leche materna nocturna contiene melatonina, lo que ayuda a los bebés y a las madres a conciliar el sueño. Igualmente, los estudios de Kendall-Tackett muestran que las madres lactantes duermen tanto o más que las que usan fórmula.

Los bebés asiáticos (estadísticamente, demostrado) duermen mejor porque su cultura no está en conflicto con la biología. En Japón, el kawa (colecho familiar) es la norma, con los bebés cerca de sus madres en futones. En Corea, los bebés van en portabebés durante el día y se les amamanta a demanda por la noche. Estas prácticas se adaptan a las necesidades de los bebés en lugar de intentar reprimirlas.

Estas frases del artículo me han parecido maravillosas: “en estas comunidades, el sueño es social, compartido e interdependiente; nunca un logro solitario a conquistar. (…) Las tomas nocturnas y los despertares a medianoche no encajan en las métricas de productividad. Exigen un sistema de valores diferente, basado en la interdependencia y el cuidado (1)”.

En lugar de dar consejos obsoletos y a menudo perjudiciales, los médicos deberían:

– Recibir y ofrecer educación realista sobre un sueño más seguro.

– Involucrarse con sensibilidad en diversas prácticas de crianza.

– Replantear el despertar nocturno del bebé como lo que es: típico del desarrollo.

Estudiemos la ciencia y apoyemos estos sistemas de interdependencia y cuidado, sosteniendo a las madres y a sus familias.

(1) How babies sleep: demedicalsing and humanising the issue for child health professionals. Singh G. BMJ Paediatrics Open August 2025 Vol 9 No 1 https://bmjpaedsopen.bmj.com/content/bmjpo/9/1/e003760.full.pdf


Carmela K Baeza
es médica especializada en medicina familiar y comunitaria, además de docente del Instituto y coordinadora de la formación de Lactancia y Salud Mental. También es terapeuta sexual y tiene el título de IBCLC (experta en lactancia materna) desde el año 2005, además de ser miembro de ILCA desde 2004.